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Debe estar caracterizado por la excelencia en su equilibrio emocional y afectivo, que le permita convivir en ambientes hostiles sin perder la propia identidad.
Debe superar la mediocridad en su capacidad de relación y cooperación en la búsqueda de una patria justa que pueda garantizar la paz, Y tiene, en fin, que demostrar su excelencia en la vivencia de los valores asumidos como orientación fundamental de toda su vida personal y familiar.
P. Peter-Hans Kolvenbach, S.J. Anterior General de la Compañía de Jesús.
Alocución en Pasto, a los Profesores de los colegios Jesuitas. Marzo 3 de 1990.
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